No quiero pensar más, hacer cálculos ni fórmulas…resolver teoremas ni descubrir teorías. Estoy cansado, extenuado, abatido por esta marea confusa de imágenes, pantallas de computador, citas agendadas y horas de insomnio. Estos caminos sinuosos de la rutina, del galope marcial de los minutos, enclaustran mis sueños en una prisión de módulos, construida a voluntad de mis pesares. El éxodo es casi una falacia. La vida es el resultado de una ecuación sin sentido. Necesito sustancia, necesito esencia. Es el drástico despertar de cada alba, no me redime. Al pie de la cama volteo y ahí están como todos los días: mi sombrero, mi traje, mi corbata y mi calamidad. Quizá ya adheridos a mi piel, pues el estupor secular ya no atora mi garganta, me encuentro casi habituado a esta danza siniestra de páginas. Todas iguales.
Mucho tiempo he vagado en la ruta de la costumbre, calibrando cada paso, midiendo mis miedos, verificando con la mirada absorta el destino reiterado del día a día. La misma película de siempre. Las mismas caras. Las sombras. Cada tramo preestablecido, cada encuentro pactado, cada sonrisa calculada, las sumas y las restas hechas: mi vida estaba al borde del camino.
Y es así, que en medio de este delirio, cogía mi maleta, sincronizaba el reloj, sujetaba firmemente el paraguas mientras observaba por última vez mi rostro en el espejo. La letanía latente de lo absurdo…. me obligaba implacable a saltar al vacío.
Pero hoy, no me dejaré caer. Hoy seré todo libertad. Necesito irracionalidad, desorden, locura. Quiero caminar a los pies de una laguna, dormir embriagado en la orilla de alguna playa caribeña, correr como un niño entre campos de trigo y caer una y otra vez en lo dorado, en lo azul y en lo verde de la vida. Quiero navegar en alta mar y saltar desde lo más alto, descansar mirando el cielo morado de alguna selva. Caer muerto de cansancio…… por haber bailado tanto, borracho por haber bebido tanto, extasiado por haber amado tanto. Construir momentos a base de despreocupaciones, vivir a plenitud de mis deseos, de lo que realmente me apasiona y me hace ser quién soy.
Sé que muchos justifican su existencia en el ritmo consuetudinario de su rutina. Que al ver las cuentas pagadas, el calendario marcado y los compromisos cumplidos, encuentran la mesura suficiente para dormir, mas no para descansar. Y es que el vivir para ellos, implica el ejercicio constante de letargos mecánicos, consistentes en la concretización de ciertos moldes impuestos socialmente. Así de manera gradual y creciente, nos tornamos en entes sin apasionamientos, sin reflexión, sin lucha, y finalmente sin vida. Nadie dice que lo ordinario sea malo, sino que vivir debe tener una connotación mucho más esencial. ¡VIVIR!, debe ser en verdad eso: ¡VIVIR!, y no sólo eso sino: ¡RESPIRAR!, ¡SOÑAR!, ¡SENTIR!, ¡DISFRUTAR!, y no me refiero a cosas nocivas, sino a aquello que edifica el alma, que nos lleva a amar lo que hacemos porque nos hace sentir más plenos en nuestra condición humana.
La sublimidad que requiero se encuentra en cuestiones mucho más elementales: el mensaje escondido y encontrado tras la lectura de un buen libro, el perfecto resonar de unos acordes acoplados con suma destreza, la seguridad y certeza que te proporciona el conocimiento, el narcótico reflexivo de un vino añejo coludido con una interesante plática, las sonrisas y las miradas de complicidad que endulzan una pieza de baile, los silencios en la intimidad de una pasión, entre tantas otras. No necesito poseer tanto para disfrutar mucho.
Y después de todo. Después de que todo haya pasado ya. Luego que el viento lleve muy lejos las cenizas de mis pesares, me sentaré frente al mar. Despojaré de mi ser, este sombrero, este traje y esta corbata, me extraviaré en mi mismo…hasta volverme encontrar en otros ojos, en otros brazos y en otra alma….
CHRISTIAN DAVID FHON TRIGOSO