viernes, 9 de septiembre de 2011

ESCRIBO (Emulación a Beto Ortiz)

Tenía que escribir esto. ¿Por qué?. No lo sé, simplemente sentí que debía hacerlo. Vaya en fin, emulación o no. Aquí va.
Escribir…. Para algunos suena aburrido en sobremanera, para otros es demasiado tedioso y para el resto, es un hobby para los resentidos sociales. Es una muestra de debilidad me dijeron alguna vez, “ ¿cómo puedes ser tan franco?, tan incisivo, tan directo, tan hiriente, ¿plasmar todo lo que sientes en una página web y que todo el mundo se entere?, yo no podría.. de verdad no podría.”
Si tan sólo supieran que la escritura es la única barca de salvación que me queda, la última moneda en mi bolsillo, el cigarrillo que sobró en mi cajetilla. De mis pasiones, debo confesar, es la menos vana. Porque me permite ser lo suficientemente sincero que quisiera, casi sensato, pero claro, para que eso suceda tendrían que extirparme el cerebro, resetear mi disco duro, exorcizarme diez veces, y plantar en mí un alma cándida, con beneplácito arrollador y espíritu condescendiente. Pero no se emocionen: eso jamás sucederá.



Escribo porque la realidad me repugna, me causa urticaria mental, me desnuda el poco pudor que poseo, y es así que prefiero, viajar en el éxtasis de las ideas, en el sublime resonar del teclado; trazando sueños, creando historias que sólo encuentran sentido en la vasta imaginación del escritor y que el sólo hecho de ser plasmadas las convierte en eternas. Porque me cuesta demasiado aceptar que algunas cosas nunca cambiarán, y que otras, por desgracia, jamás volverán a ser las mismas. Es por eso que prefiero idealizar, cambiar los hechos, los nombres, las palabras, y reducirlas a un texto. Un texto sinuoso, camuflado, que esconde la piedra que guarda una mano sigilosa, que se asemeja al piso falso del teatro de mis mentiras, y al final, esa redacción parcial de una realidad “mejorada”, me ayuda a convivir conmigo mismo. Porque nadie es una sola persona. Nadie es una película repetida o una canción de moda que con la constancia se desecha. Todos somos un abanico de versiones de nosotros mismos. El ser humano, a diferencia de otras especies, tiene en su haber la inmejorable virtud de poder refundarse todos los días. Es así, que cuando escribo, y sólo cuando escribo, me encarno de una polaridad implacable y puedo ser en un minuto, el sujeto más sensible y atento con las necesidades y sufrimientos ajenos. Un adicto a la filantropía, un altruista voluntarioso de mano suelta que no escatima en desprenderse de lo que le pertenece si es que se trata de priorizar el bienestar de otra persona. Dar el brazo al caído, la medicina al enfermo, el agua al sediento. Porque me siento como Einstein cuando descubrió la Teoría de la relatividad, o como Astor Piazzolla y su Libertango, cuya terquedad logró demostrar a tanto ignorante y advenedizo argentino, que el arte no se crítica, se aprecia. Porque la libertad de estas líneas me permite viajar, subir a la montaña más alta y sentir el viento en mi cara, la luna en mis ojos, la vida en mi pecho, y cada sonido es un latido, cada palabra es la apertura para estrechar un lazo de hermandad.

Paradójicamente, y tan sólo unos segundos después, mis manos se convierten en dos guantes de box, en el saco, mi pluma se transforma en el cuchillo más filudo, y la computadora personal, en el detonador de la bomba atómica que devastó Hiroshima y Nagasaki. Pues la otra cara de la moneda parece ser más atractiva, más brillante, y subliminalmente empiezo a disparar. Porque no me asienta la pose de buena gente, porque me joden las ínfulas de grandeza, porque detesto a quienes se valen del éxito de los demás para figurar en pantalla, repetir verdades ajenas y aparecer en la foto. No escribo porque no pueda decirte tus verdades en tu cara pelada, sino porque, además de ello quiero que quede sentado ante todos la estupidez de tu desidia. Escribo porque me jode, y realmente me jode que la política sea la ollita con moneditas de oro de tanto duende metido en la burocracia, pues en el Perú, ejercer un cargo público es sinónimo a patearle el culo a la población, mientras disfrutas de una línea de crédito ad infinitum conformada por las billeteras de todos. Pues claro, y no miento, que si el ilustre Haya de La Torre, vislumbrara la hoy maraña de incompetencias, escándalos y casos de corrupción del anterior régimen aprista, el mismo se metería un tiro en la sien. Gracias Rómulo León, Mercedes Cabanillas, Fernando Barrios, Jorge Del Castillo, Aurelio Pastor (saludos de Crousillat), Octavio Salazar, y tantas otras perlas fatuas, pero claro no olvidemos, a nuestro favorito, Alan García, que dentro de sus virtudes como político – que son pocas – es portador de un estoicismo supremo para evadir las preguntas comprometedoras, los diálogos frontales, y la rendición de cuentas. Pues sí, basta ver o escuchar alguna entrevista que se le haga, en uso de su buen verbo o su demagogia sórdida y lodosa, cual Pulga Messi, empieza a gambetear pregunta tras pregunta, pero claro, obvio, no cualquier pregunta, sino sólo aquellas que duelen, que te agarran por atrás, que te meten el dedo al ojo, que te abren la herida, que te revientan el chupo, si….. sobre todo esas, son las que evita responder.

Escribo porque estoy harto de que el crecimiento económico de mi país sólo sea una cifra muerta en una dispositiva de power point, sin consecuencia ostensible en una realidad concreta. Porque los entendidos en la materia no se cansan de aplaudir el auge de estos años, sin embargo, la inseguridad en las calles, la ignorancia de la población, y la podredumbre en el ejercicio de los cargos públicos, son nuestro pan de cada día. Y esa es una indignidad que no sólo lastima, sino que también jode nuestra existencia. Porque tenemos que entender que únicamente habrá distribución en la medida que el crecimiento se acentúe, y llegue, porsupuesto, a las zonas que más lo necesitan.

Escribo para no llorar, o para hacerlo, sin que nadie me escuche. Porque la autocompasión cuando es excesiva, es ridícula. Escribo para olvidarte, y aunque sepa que nunca podré hacerlo, escribo entonces, para recordarte. Para sentir siquiera que existes en estas líneas, porque tu ausencia es para mí, como si hubieras muerto. Escribo, aun con desgana, simplemente para pensarte, para dedicarte estas líneas frívolas y sin sentido, como las noches que paso sin ti. Sin tu caminar pausado, sin tu sonrisa a la mitad y tus ojos tristes. Por la extraña virtud que tenías al hacerme reír, para lograr valorar lo que otros daban por sentado era una nimiedad.
Y si estás líneas servirán de algo, que sirvan sólo para que tú las leas….

Christian David Fhon Trigoso