miércoles, 9 de marzo de 2011

URBANISMO



La vida no se agota,
en un suspiro, en un simple trámite,
por el contrario,
es un sendero interminable,
una ruleta pringosa,
de edificios, vehículos y sueños.

Y mientras pienso, me detengo,
tratando de reconocerme,
en este mar infinito,
de rostros ajenos pero sin dueño.
Es el espejo de la nada,
la sombra de un fantasma,
la fría desolación de una mano vacía.
Y me siento, me siento en mi soledad,
en esta soledad tan mía y agotada,
esta soledad de paraderos de autobús,
de semáforos multicolor,
y de minutos, muchos minutos también.

Aquí me bajo,
después de un largo rato,
a buscarte entre la multitud,
sabiendo que no he de hallarte.
Porque ya no estás,
ya no estás aquí ni en ningún otro sitio,
pero sin embargo,
te sigo buscando.

Christian David Fhon Trigoso