Tu ausencia, es el camino de nostalgia donde deambulo cada noche, es el latido de las paredes en mi pecho, es el silencio que me golpea fuerte, tan fuerte que se empoza implacable en los minutos que me faltan por vivir. Paso a paso recorro cada borde, cada ventana, cada espejo, y es que tu risa se pasea en el ambiente sarcástica y se ríe de mí, de mi debilidad hacia tus curvas tan sinuosas y confusas, y es que el pasado pesa demasiado que ya no pueden mis hombros, y el alma se rinde ante un deseo que no encuentra explicación. El tiempo no entiende de corazones, de estrellas y promesas, sólo baila truculento, se desliza suave, sensual y venenoso, y cómo me acuerdo, evoco aquellos minutos en los que viví a plenitud de mis sueños, entre la locura de las puertas y polvo de las cortinas y es que tú no comprendes de tu ausencia, tú no comprendes de mis tribulaciones.
Tu ausencia es tu perfume, es tu chompa verde, son tus botas, mi botella de vino. Tu ausencia es la bruma que siento al no encontrarte cada vez que voy a tu habitación, porque por alguna ingenua razón sigo pensando en que tal vez te encuentre algún día, pero hasta ahora no es así. Aún hay veces, cuando me siento sobre el parqué en medio de aquél vacío, entre el aire tan denso de la soledad, abrazado a mis rodillas te escucho susurrarme algo. Parezco no entenderlo, al voltear no veo a nadie, pero justo cuando estoy apunto de olvidarlo vuelvo a escucharte otra vez y más claro que nunca: «Te extraño» me dices mientras un pedazo filudo de desamparo se me ataja en el pecho gélido, y ya no se hasta cuándo seguiré tentando imaginarios.
No quiero más llamadas, más cafés, más corbatas, no quiero seguir más en el curso “normal” de la vida: “perdónenme, pero aquí me bajo”. Prefiero desnudar mi alma ante ti, y ser completamente vulnerable a tu sensualidad, rendirme en tus brazos cansado, y disfrutar extasiado de aquella paz que sólo tú sabes darme.
Te conocí hace más de diecisiete años, sin imaginar siquiera que hoy serías todas mis razones, que le darías forma a la comisura de mis labios, que todas mis sonrisas se reflejarían en el manantial de tus ojos, y sabes ilusión, no tienes porqué llorar, no hay razón para dejar escapar la nostalgia en tus pupilas, pues siempre habrá de mi, algo que puedas recordar. Evoca los silencios que nunca tuvimos, las pláticas eternas en una ciudad que era sólo para los dos, mis traspiés al bailar, el nerviosismo ante las miradas más profundas, las melodías entre las 2.45 pm y las 3.00 p.m, la tonalidad de la poesía de Benedetti, el viaje postergado a un pueblo natal donde hay ausencias que marcarán el borde de tus ojos por siempre, los corazones de arena, las fotos viejas pero nuevas, el jueves de sapos, los anillos de promesas, entre tanta suma de momentos que hace hoy que nuestro tiempo juntos sea inolvidable.
Yo siempre estaré aquí, sentado en el mismo lugar, viendo fantasmas, pensando en que nunca te fuiste, sino que vives en mi interior aunque aún no pueda notarlo.
Mi mano está extendida, ¿vendrás hoy por mi?.
Tu ausencia es tu perfume, es tu chompa verde, son tus botas, mi botella de vino. Tu ausencia es la bruma que siento al no encontrarte cada vez que voy a tu habitación, porque por alguna ingenua razón sigo pensando en que tal vez te encuentre algún día, pero hasta ahora no es así. Aún hay veces, cuando me siento sobre el parqué en medio de aquél vacío, entre el aire tan denso de la soledad, abrazado a mis rodillas te escucho susurrarme algo. Parezco no entenderlo, al voltear no veo a nadie, pero justo cuando estoy apunto de olvidarlo vuelvo a escucharte otra vez y más claro que nunca: «Te extraño» me dices mientras un pedazo filudo de desamparo se me ataja en el pecho gélido, y ya no se hasta cuándo seguiré tentando imaginarios.
No quiero más llamadas, más cafés, más corbatas, no quiero seguir más en el curso “normal” de la vida: “perdónenme, pero aquí me bajo”. Prefiero desnudar mi alma ante ti, y ser completamente vulnerable a tu sensualidad, rendirme en tus brazos cansado, y disfrutar extasiado de aquella paz que sólo tú sabes darme.
Te conocí hace más de diecisiete años, sin imaginar siquiera que hoy serías todas mis razones, que le darías forma a la comisura de mis labios, que todas mis sonrisas se reflejarían en el manantial de tus ojos, y sabes ilusión, no tienes porqué llorar, no hay razón para dejar escapar la nostalgia en tus pupilas, pues siempre habrá de mi, algo que puedas recordar. Evoca los silencios que nunca tuvimos, las pláticas eternas en una ciudad que era sólo para los dos, mis traspiés al bailar, el nerviosismo ante las miradas más profundas, las melodías entre las 2.45 pm y las 3.00 p.m, la tonalidad de la poesía de Benedetti, el viaje postergado a un pueblo natal donde hay ausencias que marcarán el borde de tus ojos por siempre, los corazones de arena, las fotos viejas pero nuevas, el jueves de sapos, los anillos de promesas, entre tanta suma de momentos que hace hoy que nuestro tiempo juntos sea inolvidable.
Yo siempre estaré aquí, sentado en el mismo lugar, viendo fantasmas, pensando en que nunca te fuiste, sino que vives en mi interior aunque aún no pueda notarlo.
Mi mano está extendida, ¿vendrás hoy por mi?.